Oliva tiene un buen trabajo como médico y un marido al que quiere, pero
las cosas no van demasiado bien dentro del matrimonio por culpa de su
marido, Clay.
Ella quiere formar una familia, pero parece que por el momento Clay no
está por la labor, pues pone toda su energía en su carrera como jugador
profesional de hockey, algo que le quita mucho tiempo.
Oliva se cansa de esperar y de que Clay no se ocupe de ella, por lo que
decide pedir el divorcio. La separación debería ser fácil, pues no hay
niños, pero se complica mucho porque los dos quieren quedarse con
Wesley, el perro de la pareja.
No se ponen de acuerdo, de manera que llegan a juicio para el cual los
dos van a desplegar todo tipo de tácticas, a cada cual más sucia, para
quedarse con el perro, tácticas que los divorciados suelen usar para
quedarse con la custodia de los hijos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario